La ansiedad es una alarma que nuestro cuerpo nos envía para avisarnos que estamos en peligro o ante una amenaza. Por eso, las reacciones físicas son tan fuertes y si no atendemos la alarma no se apagará. Nuestro cerebro quiere protegernos y lanza todos los avisos posibles para dejar en claro el mensaje: algo malo viene.
El conflicto surge cuando la alarma se queda prendida y ya no hay amenaza, o cuando la alarma se prende sin que haya un peligro. Lo anterior pasa por diversas razones pero podemos enseñarle a recordar ser útil sólo cuando es necesario:
1. Apagar la alarma puede ser difícil al inicio, por eso es bueno empezar sólo por bajarle el volumen.
- Poniendo atención a realizar actividades que nos gusten y provoquen bienestar.
- Escuchando música, sonidos de la naturaleza o audiolibros que nos relajen.
- Conversando con alguien sobre algo nuevo que deseemos aprender.
2. La alarma puede hacernos sentir cansados, porque mucha de nuestra energía se va en mantenerla prendida.
- Hacer ejercicio físico, bailando, brincando la cuerda, subir y bajar escalones o arreglar un área de nuestra casa.
- Tomar líquidos, yo sugiero un té favorito o un agua de sabor hecha en casa.
- Leer un libro divertido o ver una película cómica también puede ser energizante.
3. Descubrir dónde está el botón de apagar de la alarma en nosotros, esto puede ser diferente para cada quien.
- Reconocer lo poco probable de la amenaza. Y si ésta es real, encontrar qué puede hacer y hacerlo para protegerme.
- Meditar, rezar o contemplar paisajes, a algunas personas centrarse en aspectos espirituales les puede ser útil.
- Practicar distintas estrategias de relajación muscular, mental y/o emocional como mindfullness, técnica de Jacobson, pensamiento realista, encontrar un sentido significativo, etc.
- Aprender a gestionar las emociones es un compromiso individual que requiere de un apoyo social, la ansiedad puede ser un recurso que catalice nuestra energía para lograr nuestros sueños.
Dra. Dulce Anyra Cota Salazar
Psicologa Infantil